¡ADENTRO! - MIGUEL DE UNAMUNO

La verdad, habríame descorazonado tu carta, haciéndome temer por tu porvenir, que es todo tu tesoro, si no creyese firmemente que esos arrechuchos de desaliento suelen ser pasaderos, y no más que síntoma de la conciencia que de la propia nada radical se tiene, conciencia de que se cobra nuevas fuerzas para aspirar a serlo todo. No llegará muy lejos, de seguro, quien nunca sienta cansancio. 
 
De esa conciencia de tu poquedad recogerás arrestos para tender a serlo todo. Arranca como de principio de tu vida interior del reconocimiento, con pureza de intención, de tu pobreza cardinal de espíritu, de tu miseria, y aspira a lo absoluto si en el relativo quieres progresar
 
No temo por ti. Sé que te volverán los generosos arranques y las altas ambiciones, y de ello me felicito y te felicito. Me felicito y te felicito por ello, sí, porque una de las cosas que a peor traer nos traen –en España sobre todo– es la sobra de codicia unida a la falta de ambición. ¡Si pusiéramos en subir más alto el ahínco que en no caer ponemos, y en adquirir más tanto mayor cuidado,que en conservar el peculio que heredamos! Por cavar en tierra y esconder en ella el solo talento que se nos dio, temerosos del Señor que donde no sembró siega y donde no esparció recoje, se nos quitará ese único nuestro talento, para dárselo al que recibió más y supo acrecentarlos, porque «al que tuviere le será dado y tendrá aún más, y al que no tuviere, hasta lo que tiene le será quitado» (Mat. XXV). No seas avaro, no dejes que la codicia ahogue a la ambición en ti; vale más que en tu ansia por perseguir a cien pájaros que vuelan te broten alas, que no el que estés en tierra con tu único pájaro en mano. 
 
Pon en tu orden, muy alta tu mira, lo más alta que puedas, más alta aún, donde tu vista no alcance, donde nuestras vidas paralelas van a encontrarse: apunta a lo inasequible. Piensa cuando escribas, ya que escribir es tu acción, en el público universal, no en el español tan sólo, y menos en el español de hoy. Si en aquél pensasen nuestros escritores, otros serían sus ímpetus, y por lo menos habrían de poner, hasta en cuanto al estilo, en lo íntimo de éste, en sus entrañas y redaños, en el ritmo del pensar, en lo traductible a cualquier humano lenguaje, el trabajo que hoy los más ponen en su cáscara y vestimenta, en lo que sólo al oído español halaga. Son escritores de cotarro, de los que aspiran a cabezas de ratón; la codicia de gloria ahoga en ellos a la ambición de ella; cavan en la tierra patria y en ella esconden su único talento.Pon tu mira muy alta, más alta aún, y sal de ahí, de esa Corte, cuanto antes. Si te dijesen que es ese tu centro, contéstales: ¡mi centro está en mí! 
 
Ahí te consumes y disipas sin el debido provecho, ni para ti ni para los otros, aguantando alfilerazos que enervan a la larga. Tienes ahí que indignarte cada día por cosas que no lo merecen. ¿Crees que puede un león defenderse de una invasión de hormigas leones? ¿Vas a matar a zarpazos pulgas? Sal pronto de ahí y aíslate por primera providencia; vete al campo, y en la soledad conversa con el universo si quieres, habla a la congregación de las cosas todas. ¿Qué se pierde tu voz? Más te vale que se pierdan tus palabras en el cielo inmenso a no que resuenen entre las cuatro paredes de un corral de vecindad, sobre la cháchara de las comadres. Vale más ser ola pasajera en el océano, que charco muerto en la hondonada. 
 
Hay en tu carta una cosa que no me gusta, y es ese empeño que muestras ahora por fijarte un camino y trazarte un plan de vida. ¡Nada de plan previo, que no eres edificio! No hace el plan a la vida, sino que ésta lo traza viviendo. No te empeñes en regular tu acción por tu pensamiento; deja más bien que aquélla te forme, informe, deforme y trasforme éste. Vas saliendo de ti mismo, revelándote a ti propio; tu acabada personalidad está al fin y no al principio de tu vida; sólo con la muerte se te completa y corona. 
 
El hombre de hoy no es el de ayer ni el de mañana, y así como cambias, deja que cambie el ideal que de ti propio te forjes. Tu vida es ante tu propia conciencia la revelación continua, en el tiempo, de tu eternidad, el desarrollo de tu símbolo; vas descubriéndote conforme obras. Avanza, pues, en las honduras de tu espíritu, y descubrirás cada día nuevos horizontes, tierras vírgenes, ríos de inmaculada pureza, cielos antes no vistos, estrellas nuevas y nuevas constelaciones. Cuando la vida es honda, es poema de ritmo continuo y ondulante. No encadenes tu fondo eterno, que en el tiempo se desenvuelve, a fugitivos reflejos de él. Vive al día, en las olas del tiempo, pero asentado sobre tu roca viva,dentro del mar de la eternidad;al día en la eternidad,es como debes vivir. 
 
Te repito, que no hace el plan a la vida, sino que ésta se lo traza a sí misma, viviendo. ¿Fijarte un camino? El espacio que recorras será tu camino; no te hagas, como planeta en su órbita, siervo de una trayectoria. Querer fijarse de antemano la vía redúcese en rigor a hacerse esclavo de la que nos señalen los demás, porque eso de ser hombre de meta y propósito fijos no es más que ser como los demás nos imaginan, sujetar nuestra realidad a su apariencia en las ajenas mentes. 
 
No sigas, pues, los senderos que a cordel trazaron ellos; ve haciéndote el tuyo a campo traviesa, con tus propios pies, pisando sus sementeras si es preciso. Así es como mejor les sirves, aunque otra cosa crean ellos. Tales caminos, hechos así a la ventura, son los hilos cuya trama forma la vida social; si cada cual se hace el suyo, formarán con sus cruces y trenzados rica tela, y no calabrote.¿Orientación segura te exigen? Cualquier punto de la rosa de los vientos que de meta te sirva te excluye a los demás. Y ¿sabes acaso lo que hay más allá del horizonte? Explóralo todo, en todos sentidos, sin orientación fija, que si llegas a conocer tu horizonte todo, puedes recojerte bien seguro en tu nido. Que nunca tu pasado sea tirano de tu porvenir; no son esperanzas ajenas las que tienes que colmar. ¿Contaban contigo? ¡Que aprendan a no contar sino consigo mismos! ¿Que así no vas a ninguna parte, te dicen? Adonde quiera que vayas a dar será tu todo, y no la parte que ellos te señalen. ¿Que no te entienden? Pues que te estudien o que te dejen; no has de rebajar tu sus entendederas. Y sobre todo en amarnos, entendámonos o no, y no en entendernos sin amarnos, estriba la verdadera vida. Si alguna vez les apaga la sed el agua que de tu espíritu mana, ¿a qué ese empeño de tragarse el manantial? Si la fórmula de tu individualidad es complicada, no vayas a simplificarla para que entre en su álgebra; más te vale ser cantidad irracional que guarismo de su cuenta. 
 
Tendrás que soportar mucho porque nada irrita al jacobino tanto como el que alguien se le escape de sus casillas; acaba por cobrar odio al que no se pliega a sus clasificaciones, diputándole de loco o de hipócrita. ¿Que te dicen que te contradices? Sé sincero siempre, ten en paz tu corazón, y no hagas caso, que si fueses sincero y de corazón apaciguado, es que la contradicción está en sus cabezas y no en ti. ¿Que te hinchas? Pues que se hinchen, que si nos hinchamos todos, crecerá el mundo. ¡Ambición, ambición, y no codicia! Te repito que te prepares a soportar mucho, porque los cargos tácitos que con nuestra conducta hacemos al prójimo son los que más en lo vivo le duelen. Te atacan por lo que piensas; pero les hieres por lo que haces. Hiéreles, hiéreles por amor. Prepárate a todo, y para ello toma al tiempo de aliado. Morir como Ícaro vale más que vivir sin haber intentado volar nunca, aunque fuese con alas de cera. Sube, sube, pues, para que te broten alas, que deseando volar te brotarán. Sube; pero no quieras una vez arriba arrojarte desde lo más alto del templo para asombrar a los hombres, confiado en que los ángeles te lleven en sus manos, que no debe tentarse a Dios,sube sin miedo y sin temeridad. ¡Ambición, y nada de codicia! 
 
Y entretanto, resignación, resignación activa, que no consiste en sufrir sin luchar, sino en no apesadumbrarse por lo pasado ni acongojarse por lo irremediable; en mirar al porvenir siempre. Porque ten en cuenta que sólo el porvenir es reino de libertad; pues asíque algo se vierte al tiempo, a su ceñidor queda sujeto. Ni lo pasado puede ser más que como fue, ni cabe que lo presente sea más que como es; el puede ser es siempre futuro. No sea tu pesar por lo que hiciste más que propósito de futuro mejoramiento; todo otro arrepentimiento es muerte, y nada más que muerte. Puede creerse en el pasado; fe sólo en el porvenir se tiene, sólo en la libertad. Y la libertad es ideal y nada más que ideal, y en serlo está precisamente su fuerza toda. Es ideal e interior, es la esencia misma de nuestro posesionamiento del mundo, al interiorizarlo. Deja a los que creen en Apocalipsis y milenarios que aguarden que el ideal les baje de las nubes y tome cuerpo a sus ojos y puedan palparlo. Tú, créelo verdadero ideal, siempre futuro y utópico siempre, utópico, esto es: de ningún lugar, ¡y espera! Espera, que sólo el que espera vive; pero teme al día en que se te conviertan en recuerdos las esperanzas al dejar el futuro, y para evitarlo, haz de tus recuerdos esperanzas, pues porque has vivido vivirás
 
No te metas entre los que en la arena del combate luchan disparándose a guisa de proyectiles afirmaciones redondas de lo parcial. Frente a su dogmatismo exclusivista, afírmalo todo, aunque te digan que es una manera de todo negarlo,porque aunque así fuera, sería la única negación fecunda, la que destruyendo crea y creando destruye. Déjales con lo que llaman sus ideas cuando en realidad son ellos de las ideas que llaman suyas. Tú mismo eres idea viva; no te sacrifiques a las muertas, a las que se aprenden en papeles. Y muertas son todas las enterradas en el sarcófago de las fórmulas. Las que tengas, tenlas como los huesos, dentro, y cubiertas y veladas con tu carne espiritual, sirviendo de palanca a los músculos de tu pensamiento, y no fuera y al descubierto y aprisionándote como las tienen las almas-cangrejos de los dogmáticos, abroqueladas contra la realidad que no cabe en dogmas. Tenlas dentro sin permitir que lleguen a ellas los jacobinos que, educados en la paleontología, nos toman de fósiles a todos, empeñándose en desollarnos y descuartizarnos para lograr sus clasificaciones conforme al esqueleto. 
 
No te creas más, ni menos ni igual que otro cualquiera, que no somos los hombres cantidades. Cada cual es único e insustituible; en serlo a conciencia, pon tu principal empeño. Asoma en tu carta una queja que me parece mezquina. ¿Crees que no haces obra porque no la señalen tus cooperarios? Si das el oro de tu alma, correrá aunque se le borre el cuño. Mira bien si no es que llegas al alma e influyes en lo íntimo de aquellos ingenios que evitan más cuidadosamente tu nombre. El silencio que en son de queja me dices que te rodea, es un silencio solemne; sobre él resonarán más limpias tus palabras.Déjales que jueguen entre sí al eco y se devuelvan los saludos.Da,y da y nunca pidas, que cuanto más des más rico serás en dádivas. 
 
No te importe el número de los que te rodeen, que todo verdadero beneficio que hagas a un solo hombre, a todos se lo haces; se lo haces al Hombre. Ganará tu eficacia en intensidad lo que en extensión pierda. Las buenas obras jamás descansan; pasan de unos espíritus a otros, reposando un momento en cada uno de ellos, para restaurarse y recobrar sus fuerzas. Haz cada día por merecer el sueño, y que sea el descanso de tu cerebro preparación para cuando tu corazón descanse; haz por merecer la muerte. Busca sociedad; pero ten en cuenta que sólo lo que de la sociedad recibas será la sociedad en ti y para ti, así como sólo lo que a ella des serás tú en la sociedad y para ella. Aspira a recibir de la sociedad todo, sin encadenarte a ella, y a darte a ella por entero. Pero ahora, por el pronto al menos, te lo repito, sal de ese cotarro y busca a la Naturaleza, que también es sociedad, tanto como es la sociedad Naturaleza. Tú mismo, en ti mismo, eres sociedad, como que, de serlo cada uno, brota la que así llamamos y que camina a personalizarse, porque nadie da lo que no tiene. Hasta carnalmente no provenimos de un solo ascendiente, sino de legión, y a legión vamos; somos un nodo en la trama de las generaciones. Todos tus amigos son a aconsejarte: «ve por aquí», «ve por allí», «no te desparrames», «concentra tu acción», «oriéntate», «no te pierdas en la inconcreción». No les hagas caso, y da de ti lo que más les moleste, que es lo que más les conviene. Ya te lo tengo dicho: no te aceptarán de grado tuyo; querrán tus ideas, que no son en realidad tuyas. 
 
No quieras influir en eso que llaman la marcha de la cultura, ni en el ambiente social, ni en tu pueblo, ni en tu época, ni mucho menos en el progreso de las ideas, que andan solas. No en el progreso de las ideas, no, sino en el crecimiento de las almas, en cada alma, en una sola alma y basta. Lo uno es para vivir en la Historia; para vivir en la eternidad lo otro. Busca antes las bendiciones silenciosas de pobres almas esparcidas acá y allá, que veinte líneas en las historias de los siglos. O más bien, busca aquéllo y se te dará esto de añadidura. No quieras influir sobre el ambiente ni eso que llaman señalar rumbos a la sociedad. Las necesidades de cada uno son las más universales, porque son las de todos. Coje a cada uno, si puedes, por separado y a solas en su camarín, e inquiétalo por dentro, porque quien no conoció la inquietud jamás conocerá el descanso. Sé confesor más que predicador. 
 
Comunícate con el alma de cada uno y no con la colectividad. ¡Qué alegría, qué entrañable alegría te merecerá el espíritu cuando vayas solo, solo entre todos, solo en tu compañía, contra el consejo de tus amigos, que quieren que hagas economía política o psicología fisiológica o crítica literaria! La cosa es que no des tu espíritu, que lo ahogues, porque les molestas con él. Has de darles tu inteligencia tan sólo, lo que no es tuyo, has de darles el escarchado del ambiente social sobre ti, sin ir a hurgarles el rinconcito de la inquietud eterna; no has de comulgar con tres o cuatro de tus hermanos, sino traspasar ideas coherentes y lógicas a trescientos o cuatrocientos, o a treinta mil o cuarenta mil que no pueden, o no quieren o no saben afrontar el único problema. 
 
Esos consejos te señalan tu camino. Apártate de ellos. ¡Nada de influir en la colectividad! Busca tu mayor grandeza, la más honda, la más duradera, la menos ligada a tu país y a tu tiempo, la universal y secular, y será como mejor servirás a tus compatriotas coetáneos. Busca sociedad, sí, pero ahora, por de pronto, chapúzate en Naturaleza, que hace serio al hombre. Sé serio. Lleva seriedad, solemne seriedad a tu vida, aunque te digan los paganos que eso es ensombrecerla, que la haces sombría y deprimente. En el seno de eso que como lúgubres depresiones se aparecen al pagano, es donde se encuentran las más regaladas dulzuras. Toma la vida en serio sin dejarte emborrachar por ella; sé su dueño y no su esclavo, porque tu vida pasa y tú quedarás. Y no hagas caso a los paganos que te digan que tú pasas y la vida queda…¿La vida? ¿Qué es la vida? ¿Qué es una vida que no es mía, ni tuya, ni de otro cualquiera? ¡La vida! ¡Un ídolo pagano, al que quieren que sacrifiquemos cada uno nuestra vida! Chapúzate en el dolor para curarte de su maleficio; sé serio. Alegre también; pero seriamente alegre. La seriedad es la dicha de vivir tu vida asentada sobre la pena de vivirla y con esta pena casada. Ante la seriedad que las funde y al fundirlas las fecunda, pierden tristeza y alegría su sentido. Otra vez más: ahora corre al campo, y vuelve luego a sociedad para vivir en ella; pero de ella despegado, desmundanizado. El que huye del mundo sigue del mundo esclavo porque lo lleva en sí,sé dueño de el modo de comulgar con tus hermanos en humanidad. Vive con los demás, sin singularizarte, porque toda singularización exterior en vez de preservarla, ahoga a la interna. Vive como todos, siente como tú mismo, y así comulgarás con todos y ellos contigo. Haz lo que todos hagan, poniendo al hacerlo todo tu espíritu en ello, y será cuanto hagas original, por muy común que sea. Sólo en la sociedad te encontrarás a ti mismo; si te aíslas de ella no darás más que con un fantasma de tu verdadero sujeto propio. Sólo en la sociedad adquieres tu sentido todo, pero despegado de ella. Me dices en tu carta que, si hasta ahora ha sido tu divisa, ¡adelante!, de hoy en más será, ¡arriba! Deja eso de adelante y atrás, arriba y abajo, a progresistas y retrógrados, ascendentes y descendentes, que se mueven en el espacio exterior tan sólo, y busca el otro, tu ámbito interior, el ideal, el de tu alma. Forcejea por meter en ella al universo entero, que es la mejor manera de derramarte en él. Considera que no hay dentro de Dios más que tú y el mundo y que si formas parte de éste porque te mantiene, forma también él parte de ti, porque en ti lo conoces. En vez de decir, pues, ¡adelante!, o ¡arriba!, di: ¡adentro! Reconcéntrate para irradiar; deja llenarte para que rebases luego, conservando el manantial. Recójete en ti mismo para mejor darte a los demás todo entero e indiviso. Doy cuanto tengo –dice el generoso; –Doy cuanto valgo –dice el abnegado; –Doy cuanto soy –dice el héroe; –Me doy a mí mismo –dice el santo–; y di tú con él, y al darte: –Doy conmigo el universo entero- buscándolo dentro de ti ¡Adentro! 
 
Año 1900

UTOPÍA EXISTE

Entonces no era capaz de sentirlo, pero todo estaba bien. Ahora sé que todo estaba bien. Que fui una semilla autoconsciente que malinterpretaba la dura caída desde la rama, la oscuridad bajo el suelo, el dolor y el gozo de crecer y transformarse sin fin, del morir sucesivo de una forma en el nacimiento de otra.  No sabía que convertirse en lo que uno es no precisa de ningún esfuerzo. Me habían enseñado que cualquier cosa que se quiera conseguir exige una cantidad inmensa de sacrificio. Que no podía fiarme de mí misma. De mi impulso. De mi deseo. Que hiciera lo que hiciera, todos nos dirigíamos inexorablemente al desastre. Que la humana era una especie condenada a la extinción. Que había ido a nacer en el fin de los tiempos, en el último estertor de la esperanza.

Solía visitarme un malestar indefinible. Llegó a ser familiar para mí la sensación de opresión en el pecho, de ser incapaz de digerir lo vertiginoso del día a día con su injusticia y violencia cotidianas. Solía andar con el corazón dislocado y las entrañas encogidas; la sangre fluía espesa, estancándose a cada tanto; no sentía que el aire llenase mis pulmones y notaba herrumbre en las articulaciones, óxido en los músculos, un escozor a flor de piel en extremo sensible. El universo era hostil. Existir era lucha abocada a impotencia y frustración, una lucha absurda e interminable contra uno mismo, contra la inercia, contra la ceguera del otro, contra la maldad, contra el poder, contra la culpa, contra la violencia, contra el miedo, contra la imperfección, contra todo; un engranaje cruel de tentáculos retorcidos del que era imposible escapar.

Mas yo imaginaba el escape. Sin esperanza en lo de afuera. Creyendo que imaginar era huir de la realidad.  Que me refugiaba en una irrealidad. En una mentira. Pero la mentira se convirtió en verdad. Se materializó. De tanto imaginarlo, me convertí en escapista... y escapé.

Ahora sé que contraponer tiniebla y luz, vida y muerte, caída y ascenso, mal y bien, víctima y verdugo, inocente y culpable, vigilia y sueño no tiene ningún sentido. Que toda dualidad es binomio entrelazado, pálpito que genera la chispa de la vida, contradicción resuelta en armonía.

Lo sé porque conquisté la línea del horizonte. Crucé al otro lado. Me atreví a dar el Gran Salto. Ahora, el bienestar me acompaña allá donde voy. Eso es lo que hay del otro lado del horizonte: bienestar. Belleza. Paz. Libertad. Aventura. Entusiasmo. Amor. Sí, cada paso siembro y cosecho felicidad. Porque al derrumbar el muro en mí, derribé todos los muros. Porque al convertir en cuerda floja la frontera del horizonte, las traspasé todas: la frontera de la piel, la de las palabras, la de la muerte. He roto el espejo y su laberinto de reflejos. He disuelto el encantamiento. Ahora sé que  en realidad, siempre he estado aquí y que vosotros estáis aquí conmigo. Todos. Porque tú eres yo.

Ahora que lo transito y lo siento a cada instante, comprendo verdaderamente que la felicidad es el único camino posible, y el amor la única religión verdadera. Ahora sé, porque habito en ella, que Utopía existe.  

No necesito demostrártelo. No necesito convencerte de que tú eres yo, como no necesito convencer a nadie de que el cielo es azul y que los pájaros vuelan. Tampoco pretendo guiarte hasta aquí porque sé que llegarás por tu propio pie, que no podrías no llegar a donde siempre has estado.
De súbito: palabras que el viento dice a través de mí en algún instante.


 *

Veloz
se torna paja
lo que brotó 
veloz
.Pero la paja
nunca 
es 
escombro
y sí las torres

las que se alzaron
con la prisa
de una calumnia.

Se ha difamado al hombre.

La velocidad
la succión
la
espiral 
que
traga 
pervierte

la nada.

El sinsentido
el

desplome

la rabia.

Y yo soy el hombre anciano que se detiene a mirar las obras.
Los hombres sudan.
Quemados de sol y angustia
cavan.
Y yo farfullo:

¡Está mal hecho, todo está mal hecho!
y sueño,
cada día,
con ver 
materializarse el
derrumbe.

Los hombres se rascan la cabeza, no comprenden.
Y el viejecito espera a entonces para decir:

¿Veis que estaba mal hecho?

Los hombres responden - el peón y el arquitecto -:
A ver, viejo, tú que tanto sabes.
Dinos cómo se hace.

Cómo se construye el monolito inquebrantable,
en qué punto exacto se sostiene la geometría de la pirámide.

El viejo llora, o ríe, los hombres no saben distinguir la mofa del duelo.
Los hombres no entienden nada.
Es entonces que el anciano empieza a ignorar a los hombres y por eso se va curvando, se le vuelven de paja las vértebras para estar más cerca de la tierra y de los brotes. El anciano- que posee todas las palabras- se inclina para conversar con los niños, para escuchar lo que todavía han de decirle las piedras.

Preludio de aguacero

De súbito: palabras que el viento dice a través de mí en algún instante.


el pájaro
veloz
precede la lluvia

nunca solo

siempre fragor 
de aleteo desnudo

la bandada contradice al viento

se destaca 
sobre la blancura engañosa
de la nada


atravesando

el espejismo del cielo

la condensada furia de 
una brisa que acuna 
el verdor del tallo

y que agita las copas de los árboles 

una brisa 
que hace temblar todas las cosas
con su inminencia de lluvia

Sublimación del hastío

 De súbito: palabras que el viento dice a través de mí en algún instante.

Te he mentido: en realidad no creo en nada. Todo me aburre, y lo que más, el vuelo de una mariposa, la rutinaria salida del sol, el continuo correr de las estaciones. Me hastía saberme hombre y lúcido, ser consciente de mis límites y extrañarme de los papeles que interpreto: ahora soy el hombre desencantado que camina a oscuras. ¡Bah! Mañana seré una madre embelesada con el rostro de su recién nacido, pasado mañana sufriré y querré ahogarlo. Hoy toco fondo y mañana alcanzaré una cumbre, y hoy y mañana me asomaré a la eterna ventana y bostezaré una vez más, porque es siempre lo mismo. Esperanzarse y desesperanzarse, verlo todo claro para al instante siguiente caer de bruces en la confusión, renegar de la dualidad para volver a jugar su juego. "Si no puedes mejorar el silencio, cállate". Pero el silencio es siempre inmejorable y si lo guardo me come, enmudezco de muerte. El silencio tiene el poder de enseñarte todo lo oculto, pero también el de volverte loco. Así que si hablo, estoy huyendo de lo segundo. Efectos de una misma causa, la dualidad aniquilada -una vez más-. En realidad, te dije la verdad: creo en todo, pero como el todo guarda la nada, no creo en nada. Es lo mismo, ¿ves? ¡Qué gran bostezo!

El infinito y la nada


De súbito: palabras que el viento dice a través de mí en algún instante.

 *

El hombre:
míralo, ahí,
cabalgando la nada
a la búsqueda del infinito.

El hombre:
insignificante
fisiología
particulilla
absurda
máquina perfecta
sublime
dios

El hombre:
a medio camino
entre el infinito y la nada.

Míralo, ahí,
cabalgando la nada
a la búsqueda del infinito.